Mis experimentos


Hace un tiempo que vengo soportando una serenidad placentera, aislado en mi estudio, rodeado de pinturas, papeles, letras tipográficas, siliconas, resinas...
No sé que saldrá de todo esto pero, de momento, me está sirviendo de una gran ayuda psíquica y, que duda cabe, física.
He dejado de frecuentar bares con la asiduidad que lo hacía antes. He limitado al máximo mis cafés, cervezas y copas y me encuentro más satisfecho conmigo mismo. Me gustaría limitar el tabaco pero creo que es una tarea ardua, porque no lo deseo.
Este aislamiento está influyendo en el olvido paulatino de obsesiones anímicas que tanto daño me estaban originando...

(continúa en mi diario)

Un cigarrillo en el andén.


Esta mañana hacía frío. Salí al exterior de la estación a echar el primer cigarrillo del día mientras esperaba el tren que llevaría a Madrid a quien, durante casi tres últimos meses, no me ha dejado ni un solo momento.

Breves minutos después, tras la despedida, el tren inició lentamente su marcha y recordé algo que me entristeció por unos segundos. Era metafórico pero se me vinieron a la mente unas palabras que escribía hace ya unos meses:
"Te montaste en un tren y yo quedé en el andén. El tren era sin retorno."

Inmediatamente volví a la realidad y me tranquilicé. Era distinto, porque aunque quedaba solo en el andén yo sé que ahora si habrá retorno y, a pesar de la separación, no estaré solo. Ella no me dejaría por nada, me lo ha demostrado durante casi medio siglo. He tardado mucho tiempo en valorarlo.

He tomado un café y consumido otro cigarrillo. Son las siete de la mañana y me apetece ir a casa a acostarme. Esta noche apenas he dormido a causa de mis pesadillas.

DESPEDIDA


Siempre es difícil una despedida.
Mis recuerdos del ayer durarán toda una vida. Guardaré los mejores sin pensar en un reencuentro y juró que intentaré olvidar los demás, que serán los que lo impidan.
Mis monólogos... tratarán de otras cosas...


(El resto del discurso me lo reservo.)

¡NUNCA! NO LO DIRÉ. MÁS SI LO DIGO...


¡Nunca! No lo diré. Más si lo digo,
no culpéis a mi lengua, sí al tormento
que irresponsabiliza al pensamiento
que descuaja al dolor el enemigo.
Si un silencio de muerte irá conmigo,
mudo en mi sangre hasta el fallecimiento,
no culpéis a mi voz, sí al rompimiento
de unas venas, sin cauce ya ni abrigo.
Ni al delirio que ignora lo que explica,
ni al secreto expropiado a la locura,
ni a la desvariada confidencia
la pena capital los justifica.
¡No lo diré! Mas la mayor tortura
será siempre este estado de conciencia.

(Rafael Alberti)

DUERME YA...

Duerme ya...
......................

Duerme y descansa ya.
Se acerca un nuevo día.
Tus cigüeñas aguardan en la torre,
Ellas siempre estarán para esperarte.

Si las cigueñas hablaran...

Calma

Sí, pasada la tempestad viene la calma. Arribada en la orilla se mece lánguidamente la barca que ayer, la zozobra batía contra las olas del miedo y la desesperación.
Ahora, tranquilo, echo mi vista atrás y descubro las huellas, cada vez menos profundas, que quizás nunca se borren. Caminos transitados antaño en busca de mi cura cuando estaba herido. Creí encontrar remedio pero las espinas del camino laceraron mortalmente mi corazón.
Hoy, en aparente calma pues el sol no luce esplendoroso, me refugio en los recuerdos de instantes vividos o, simplemente, soñados. La suciedad perdura.

MARAÑAS


Esperaré toda una vida para leer las palabras que necesito pero no quiero reconocer, que son las precisas para mi atribulado espíritu. Amo, me preño de ideas que hacen masa en mi cuerpo y que acabo por parir, doblándome, retorciéndome irremisiblemente, sin poder detener los monólogos esquizofrénicos y sin posibilidad de volver a esa normalidad que nada cura. ¿Puede ser un parto de ideas tan doloroso como es el de una madre? Si mi tesoro era todo lo que callé, mi misión es vivir malgastándolo, empobreciéndome, decirlo todo, romper ese perpetuo silencio convirtiéndolo en palabras escritas que quedarán para el que pueda descubrirlas en un futuro.
...
Esperaré también que alguien hable más que yo, que alguien, con sus palabras, me arranque los dientes cual contundente bofetada y que, inofensivos, no vuelvan a morder la tierra de la humillación. Que cuando llueva y no llore más por esas tonterías que yo creía importantes, no me falte jamás esa música que tanto amo y alguien con su injusto proceder me prohibió.
Quizás entonces recuerde lo que tanto me está costando olvidar y vuelva a utilizar mis colores y no vuelva jamás a maldecirlos. Ni a ellos ni a nadie.

Mientras espero, quiero brindar con la miseria, hojeando periódicos atrasados, olvidando las risas y brindis que en ese instante, con labia discursiva y siempre cuestionables, se hacen en los bares de copas de Vetusta, por hombres aburridos de sonrisa fácil y afectada y damas casquivanas con deseos simples.

Pero el tiempo pasa y la hora no llega y el hambre rasguñará mi alma que, insensible, ha cerrado sus puertas a todo lo que amaba... puedo seguir viviendo y, con suerte, no convertirme en carne podrida de una fosa.
Espero que me falte esa corona de flores baratas y amarillas, pero deseo tener esa lágrima limpia en furtiva despedida, de madrugadas serenas, sin sustancias que inhiban la clandestina separación final.

Y al toque de queda, la angustia que desgastó la espera por quien debió regresar y nunca ha vuelto, no me obligue a caminar por los linderos y vacíos extremos; por esa inverosímil línea que alguien, sin mi consentimiento, caprichosamente, trazó.
Me faltará el aliento, el pan, el verso la palabra, pero mi orgullo, aunque tocado de muerte ahora, resurgirá triunfante.
Y evitaré que me anulen, que alguien me culpe, que me humille, obligándome a tortazos a ser lo que no quise.

La espera


Estoy esperando que se acabe de consumir el cubito que solitario, medio agotado, permanece en mi copa. Por un momento deseo que se vaya la luz para no volver, que se produzca ese apagón ansiado que me sumerja en la oscuridad de los sueños. No importa que haya pesadillas que me aplasten sin piedad las sienes y sienta cada golpe de martillo al mismo ritmo que mi pálpito. Espero hace rato una señal, por tenue que sea, para no ahogarme con el miedo en la pecera. Poder comunicarme y expresar cuestiones importantes y otras intrascendentes.
Espero que alguien hable, que alguien diga, no importa a bofetadas, de esas tonterías que que no valen la pena o no importan a nadie.
Consumo mi silencio frente a esta pantalla amiga que me dio tantas alegrías y dolor me infringió.
Estoy en el centro de la pista del circo viejo y roto pero sin espectadores y me imagino el rostro adusto, en un paisaje gris, con el genio agotado, en una espera vana, pues ya no volverá.
Desisto de otra copa pues no la necesito. Ya no vale esperar como hice tantas veces, malgastando mi tiempo.. No mereció la pena pues todo es como era y, por siempre será. No existe solución. ¿No me estaré soñando?

COLLAGE





Vuelta a Granada


Me apetecía volver a Granada. La visité hace ya muchísimos años y quería pasear nuevamente por sus calles. Esta visita ha sido el broche a mi escapada al mar.
(...)

Mirando al mar


Desde mi terraza, sentado frente al mar. he estado repasando estos días, momentos de un pasado que dejaron mi corazón dolorido, roto. Decenas de cigarrillos han inundado mis pulmones de un humo denso, pernicioso, voluptuoso y volutuoso. He intentado ardientemente pensar en otras cosas, quitar importancia a mi suerte. No seguir culpándome de mi insensatez al pensar antaño que podría conseguir lo que perseguí ilusamente. Si hace tres meses que decidí que todo había terminado, que había llegado al límite de mi capacidad de aguante y sufrimiento, que no podía seguir luchando por algo que no podría ser nunca de otra manera, hoy, creo que ha acabado ese duelo que creía interminable. Mis recuerdos noto que se desvanecen día a día y cuando aparecen tengo mi truco particular para ahuyentarlos: Contraponer otros recuerdos, coincidentes en el tiempo y que hacen que los primeros se esfumen.
Mis dos ultimas visitas al mar me ha ayudado tanto que tendré que volver cada vez que me sienta humillado.

Diario

 
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