
A veces nos gustaría retornar a esa edad de la que han desaparecido los recuerdos para volver a sentir y disfrutar las caricias de una madre, de sentirnos amparados en unos brazos solícitos y prestos a proteger y a abrazar como sólo una madre puede y sabe hacerlo.
Luchamos toda la vida en busca de esas sensaciones y cuando crees que lo has conseguido, despiertas y ves con tristeza de que todo ha sido un mal sueño.
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