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Hacía muchos años, más de 20, que no veía a Miguel Ángel aunque conocía la trayectoria de su obra. Hoy he tenido la oportunidad de charlar con él después de tanto tiempo, con motivo de su exposición en la Sala de arte de Caja Extremadura. No me ha sorprendido su obra porque sigue haciendo lo mismo que hace 40 años. Escenas costumbristas, camperas, monterías, toros...
Es cierto que ha adquirido maestría y soltura tanto en dibujo como en técnica pero sigue haciendo la misma pintura comercial que antaño y tiene su explicación: siempre ha vivido y vive de la pintura, con lo cual ha tenido que hacer concesiones de cara a la galería.
Tras la inauguración un vino para los asistentes al acto. Saludos, besos, conversaciones y... sorpresas.
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Me los encuentro últimamente en exposiciones y actos culturales cosa que me parece fenomenal. He charlado amigablemente con él y con ella.
¡Lo cortés no quita lo valiente!
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No he escrito nada sobre el Premio de Pintura de Caja de Extremadura. Lo haré, pero de momento no lo he digerido.
(Para su próximo catálogo)
He sido testigo de la evolución experimentada por Peyes desde que vi, hace algunos años, sus primeros trabajos pictóricos, pero no pretendo en este momento hacer una crítica que suponga una valoración positiva o negativa de su obra, por dos razones principales, la primera, porque no tengo los conocimientos suficientes para erigirme en crítico o juzgador y, en segundo lugar, porque con mi juicio subjetivo y valoración personal, podría correr el riesgo de influir en los demás.
Me limitaré, por lo tanto a hacer alguna observación y recomendación para la pintora basándome precisamente en esa evolución que antes mencionaba.
Peyes ha ido adquiriendo unos conocimientos plásticos ausentes en sus inicios y es natural pues nadie nace sabiendo. Ha ido, poco a poco, plasmando en sus cuadros esa soltura que da el trabajo continuo y que se refleja en su obra en cuanto a volúmenes, luces, sombras y reflejos. Su paleta ha ganado en valores cromáticos y ha conseguido una cierta maestría en las mezclas que la aproximan al virtuosismo de traducir el color exacto de lo representado, sin esa intensidad de los colores primarios de los que tanto aficionado abusa.
Se observa en sus pinturas mezclas correctas de colores grises, neutros, verdes, carnes, acertados contrastes tonales, composición, encuadres y otros avances, que nos dan la prueba de que Peyes ha alcanzado su madurez artística y que es el momento de acometer una tarea más seria y comprometida con lo que, yo considero, puede que sea esa vocación aparcada durante mucho tiempo, por esa necesidad que tenemos a veces de priorizar otras actividades .
Hasta ahora la fotografía ha servido a Peyes para mantener y potenciar el arte de la pintura a través de su copia, pero es el momento de abandonar la copia fotográfica y empezar a construir con ladrillos propios, a crear, a dar la visión captada y contenida en su retina y no la proporcionada por un objetivo y plasmada en un papel. Puede, por supuesto, utilizar la fotografía como un simple registro orientativo, pero es importante que trate de reflejar lo que ella vio y sintió cuando decidió expresar esa emoción.
Conocimientos técnicos y estéticos no le faltan para acometer esta tarea en una nueva etapa de su carrera artística, que yo auguro muy interesante.
No puedo sustraerme a la tentación de volver a mi rincón e, incluso, escribir algo.
Hoy, por enésima vez en poco tiempo, estuve en la inauguración de una nueva exposición. Me había comprometido con el artista y cumplí.
Mucha gente, conocidos, amigos, menos amigos, múltiples saludos y, como no, unas copitas en con los más allegados. En el grupo, dos personas con una connotación especial para mí y "pareja habitual" según las malas lenguas. Como es de rigor, saludos, besitos, corrección, armonía y buen ambiente en la reunión, pero me vine a casa apenado al imaginar que alguien estaría sufriendo por lo que yo imaginaba que era una traición.
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El domingo estuve en la parcela del maestro jubilado y escritor Indalecio Carrasco con mi hermano Mario. Hablamos de sus libros sobre la República y nos ha contado cosas que yo desconocía de mis abuelos, Sixto Moreno y Pilar Albalá y de mi padre, Mario Moreno. Fue una mañana muy agradable y aprovechada. Creo que hasta ahora no se les está haciendo justicia. A mi padre, intentaron lavarle la memoria con la concesión de una medalla en los años 70. Los recuerdos de su "purga" aceleraron su muerte.
He buscado en "la red" y he encontrado información adiccional. Intuyo por deducción, que este blog lo escribe mi sobrino J. M.
En la fotografía, Sixto Moreno -mi abuelo- y Severiano Núñez (con gafas) que fue fusilado.
Publicado por Aire en 23:38 0 comentarios
A veces nos gustaría retornar a esa edad de la que han desaparecido los recuerdos para volver a sentir y disfrutar las caricias de una madre, de sentirnos amparados en unos brazos solícitos y prestos a proteger y a abrazar como sólo una madre puede y sabe hacerlo.
Luchamos toda la vida en busca de esas sensaciones y cuando crees que lo has conseguido, despiertas y ves con tristeza de que todo ha sido un mal sueño.
La Isla de Coria de tan lejanos y gratos recuerdos infantiles.