Sintiendo el amargor, reflejado en el muro
de mis ansias de amor y sed de tus encantos.
Con recuerdos de olvidos en el oscuro ocaso
que me nubla el espíritu, irremisiblemente,
me parte en dos el alma y humedece mis fuentes.
Debajo de este muro con ansias levantado,
con olores de olvido y argamasa de llantos.
Trabajado en la noche, con cantos rebuscados
con luz de pringue y hambre, de míseros amores
de adobes mal mojados y calores de olivo.
Con estas manos rudas moldeadas de barro,
con espinas clavadas, de dolor retorcidas,
ansiando las caricias al alba de los tiempos.
Con tactos inconclusos en la noche soñada,
insensibles al agua, al dolor y a las ascuas.
Una grieta se abre de la base a la cima
perdida en la mañana de la insegura mole
cuajada de ruinas y de noches amargas
de verdor de agonía y de azul de nostalgias,
de tierra mal cocida y con alma de paja.
Los hombros abatidos, dolidos por la calma
del peso de la espera y tu larga tardanza.
El corazón dolido con hambre de tu alma
acechando en la noche como llega y acaba
toda esperanza vana en reservada causa.
Con olores pretéritos de miserias de amores,
de gestación fallida y partos imposibles,
de dolor espacioso en rosario de penas,
con misterios que duelen al llegar la mañana.
tras el tapial sumido en silencios de esperas.
Paredón que circunda los confines del negro,
parcela pertenencia exclusiva de la muerte,
lleva el lomo dolido por la aguantada carga
de miserias y lodos que componen su tara,
hasta el final del tiempo, en el bruno sin alba.
La sombra proyectada en el roto tapial
con manos extendidas impetrando el perdón
de miserias pretéritas al ardor del pecado,
dolorido sainete que representa al alma
carente de cadenas, en el atajadizo.
Recuerdos infantiles al abrigo de un tronco,
con sabor a cebolla y a pan de avena y trigo,
con olor a nodriza de agriados calostros
dormidos en los sueños del enterrado invierno,
en el contorno y tapia del extremo del tiempo.
La valla protectora que ahora representas
no ofrece la defensa que un día acrisolaste
pues roto, desmochado, oscuro y si almenas,
sucumbes en la noche a trágicos temblores,
a miedos infligidos por los propios mortales.
Guardián desprotegido, ¡Oh! can desamparado
que buscas el cobijo de perdido tabuco
en recóndito espacio, en senda nunca hollada
por pisadas sutiles, de vaporosos entes
que duermen el olvido en tu enfermiza hormaza.
Ni un álamo se digna ceñir en él su sombra,
pues tan pesada carga podría lastimarle,
Por no escuchar sus gritos anunciados al aire
en anhelante súplica, agazapado, huidizo,
escondido en la sombra de la acotada cerca.
Refugio inconsistente, decaída albarrada
que atraviesan los vientos en todas direcciones,
en todos los ocasos del rayo luminoso,
que deplora a la muerte en la noche truncada
por el dolor ausente de presencias y lágrimas.
Cae tu pesada sombra sobre el camino incierto
borrando toda huella de placeres negados,
aterido yaciente en terrenal espacio
que enmudece los gritos del lapso agonizante
de una muerte anunciada: el final de un instante.
No hay camino que lleve a nadie hasta tu abrigo
las sombras son las dueñas de la mínima fronda
que esconden la maleza de espinas venenosas,
ponzoñosas saetas lanzadas por las xanas
en clandestinos vuelos y ocultos aquelarres.
Légamo cautivo, con soles desecado
de orines y añoranzas de tiempo transcurrido.
Osamenta de paja de mieses, defecada
por el castrado enteco que el amo depredó.
Estacada enhiesta que al pairo de su sombra,
en estío caliente el rústico durmió
siestas cortas, truncadas con hambre y con sudor
de sangre apelmazada en tardo corazón.
Mortecino reducto de penas y congojas,
sudario irreductible de insectos atrapados
en letal telaraña, sutilmente tejida
por habil tejedora de peludos extremos.
Envoltura terrosa exenta de tersura,
con huecos perforados por miles de erosiones
que a lo largo del tiempo han mordido tus carnes,
con miedo ineluctable, en tenebrosa noche.
Testigo reservado de lo que percibiste
sin retinas ni tímpanos, solo con tu presencia,
serviste de refugio a seres consumidos
que buscaron su cripta en leve basamento.
...
(Poesía Inacabada) Primavera del 99